12 de Septiembre.- Vladimir Putin ha hecho un llamamiento personal a los estadounidenses, exhortándolos a la cautela al tratar el asunto de Siria y advirtiéndoles que un ataque militar sería "dar rienda suelta a una nueva ola de terrorismo".
Escribió un artículo de opinión para el New York Times, titulado "Un llamado a la precaución desde Rusia" y subtitulado "Lo que Putin tiene que decirle a los Estadounidenses sobre Siria", el cual dice lo siguiente:
"Los recientes acontecimientos relacionados con Siria, me han llevado a hablarle directamente al pueblo estadounidense y a sus líderes políticos. Es importante hacerlo en un momento en que la comunicación entre nuestras sociedades es insuficiente.
Las relaciones entre nosotros han pasado por diferentes etapas. Nos pusimos unos contra otros durante la guerra fría. Pero también fuimos aliados una vez, y derrotamos juntos a los nazis. La organización internacional universal -las Naciones Unidas- se estableció entonces para evitar que la devastación volviera a suceder.
Los fundadores de las Naciones Unidas entendieron que las decisiones que afectan a la guerra y la paz deben tomarse solamente por consenso y con el consentimiento de los Estados Unidos, el derecho al veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. La profunda sabiduría de este, ha apuntalado la estabilidad de las relaciones internacionales desde hace décadas.
Nadie quiere que las Naciones Unidas corran con la suerte de la Liga de las Naciones, que se derrumbó porque carecía de influencia real, pero es posible que suceda, si los países influyentes eluden a las Naciones Unidas y emprenden una acción militar sin la autorización del Consejo de Seguridad.
El posible ataque de los Estados Unidos contra Siria, a pesar de la fuerte oposición de muchos países y de los principales líderes políticos y religiosos, incluyendo el Papa, dará lugar a más víctimas inocentes y a la progresividad, lo que podría extender el conflicto más allá de las fronteras de Siria. Un ataque aumentaría la violencia y desencadenaría una nueva ola de terrorismo. Se podrían socavar los esfuerzos multilaterales para resolver el problema nuclear de Irán y el conflicto palestino-israelí y desestabilizar aún más el Medio Oriente y el Norte de África. Podría poner todo el sistema del derecho internacional y el orden, fuera de balance.
Siria no está siendo testigo de una batalla por la democracia, sino de un conflicto armado entre el gobierno y la oposición en un país multirreligioso. Hay pocos defensores de la democracia en Siria. Pero hay suficientes combatientes de Al Qaeda y extremistas de todas las tendencias que luchan contra el gobierno. El Departamento de Estado de Estados Unidos ha designado al frente Al Nusra y al Estado Islámico de Irak y el Levante, que luchan con la oposición, como organizaciones terroristas. Este conflicto interno, alimentado por las armas extranjeras suministrados a la oposición, es uno de los más sangrientos del mundo.
Los mercenarios de los países árabes que luchan allí y cientos de militantes de los países occidentales e incluso de Rusia, son un problema que nos preocupa profundamente. ¿No podrían regresar a nuestros países con experiencia adquirida en Siria? Después de todo, después de los combates en Libia, los extremistas se trasladaron a Mali. Esto nos amenaza a todos.
Desde el comienzo, Rusia ha abogado por el diálogo pacífico que permita a los sirios desarrollar un plan de compromiso con su propio futuro. No estamos protegiendo al gobierno sirio, sino al derecho internacional. Tenemos que utilizar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y creo que la preservación de la ley y el orden en el complejo y turbulento mundo de hoy es una de las pocas maneras de evitar que las relaciones internacionales se deslicen hacia el caos. La ley sigue siendo la ley, y hay que cumplirla, nos guste o no. Según el derecho internacional actual, la fuerza sólo se permite en defensa propia o por decisión del Consejo de Seguridad. Cualquier otra cosa es inaceptable en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y constituiría un acto de agresión.
No cabe duda de que se usó gas venenoso en Siria. Pero hay muchas razones para creer que no fue utilizado por el ejército sirio, sino por las fuerzas de la oposición, para provocar la intervención de sus poderosos patrocinadores extranjeros, que estarían del lado de los fundamentalistas. Los informes de que los militantes están preparando otro ataque -esta vez contra Israel- no pueden ser ignorados.
Es alarmante que la intervención militar en los conflictos internos en el extranjero se ha convertido en algo común para los Estados Unidos. ¿Es del interés a largo plazo de Estados Unidos? Lo dudo. Millones alrededor del mundo ven cada vez más a Estados Unidos no como un modelo de democracia, sino como un país que confía únicamente en la fuerza bruta, que improvisa coaliciones bajo el lema de
"o estás con nosotros o estás contra nosotros".
Pero la fuerza ha demostrado ser ineficaz e inútil. Afganistán está sufriendo y nadie puede decir qué va a pasar después de que las fuerzas internacionales se retiren. Libia está dividida en tribus y clanes. En Irak, la guerra civil continúa, con decenas de muertos cada día. En los Estados Unidos, muchos trazan una analogía entre Irak y Siria, y se preguntan por qué su gobierno quiere repetir los recientes errores.
No importa qué tan dirigidos sean los ataques o qué tan sofisticadas sean las armas, las víctimas civiles son inevitables, incluyendo los ancianos y niños, que los ataques tienen el propósito de proteger.
El mundo reacciona diciendo: si no se puede contar con el derecho internacional, entonces debes encontrar otras formas de garantizar tu seguridad. Así, un número creciente de países tratan de adquirir armas de destrucción masiva. Esto es lógico: si tienes la bomba, nadie va a tocarte. Nos queda hablar de la necesidad de fortalecer la no proliferación, cuando en realidad esto se está erosionando.
Tenemos que dejar de utilizar el lenguaje de la fuerza y volver a la senda del civilizado acuerdo diplomático y político.
Una nueva oportunidad para evitar la acción militar se ha presentado en los últimos días. Los Estados Unidos, Rusia y todos los miembros de la comunidad internacional deben aprovechar la disposición del gobierno sirio de colocar su arsenal químico bajo control internacional para su posterior destrucción. A juzgar por las declaraciones del presidente Obama, Estados Unidos ve esto como una alternativa a la acción militar.
Acojo con satisfacción el interés del presidente en continuar el diálogo con Rusia sobre Siria. Tenemos que trabajar juntos para mantener viva esta esperanza, como acordamos en la reunión del Grupo de los 8 en Lough Erne, Irlanda del Norte en junio, y dirigir la discusión hacia las negociaciones.
Si podemos evitar el uso de la fuerza contra Siria, esto mejorará la atmósfera en los asuntos internacionales y fortalecerá la confianza mutua. Para nosotros será un éxito compartido y abrirá las puertas a la cooperación en otras cuestiones fundamentales.
Mi relación laboral y personal con el presidente Obama está marcada por una creciente confianza. Lo agradezco. Estudié cuidadosamente su discurso a la nación del martes. Y yo discreparía de como expuso el excepcionalismo estadounidense, afirmando que la política de Estados Unidos es "lo que hace a Estados Unidos diferente. Es lo que nos hace excepcionales". Es extremadamente peligroso incitar a la gente a verse a sí misma como excepcional, sea cual sea la motivación. Hay países grandes y países pequeños, ricos y pobres, los que tienen una larga tradición democrática y aquellos que todavía tratan de encontrar su camino a la democracia. Sus políticas son diferentes también. Todos somos diferentes, pero cuando le pedimos a Dios que nos bendiga, no debemos olvidar que él nos creó iguales.
Vladimir V. Putin es presidente de Rusia."