jueves, 12 de septiembre de 2013

Los bombardeos contra el ideal de Salvador Allende

Por: Antonio Barrios.


Foto archivo  
Caracas, 10 Sep. AVN.- Las primeras bombas que fueron lanzadas en contra del presidente chileno Salvador Allende no fueron las que impactaron al Palacio de la Moneda, aquel 11 de septiembre de 1973, durante el ataque dirigido por el general Augusto Pinochet. Antes de que fuera ratificado por el Congreso, en octubre de 1970, la Central Intelligence Agency (CIA) había minado el escenario político subvencionando a los principales partidos políticos de oposición.
El programa de la Unidad Popular, alianza de partidos que apoyaba Allende, estaba compuesto por puntos sumamente incómodos para los intereses de los Estados Unidos. Planteaba, además de la verdadera toma del poder por el pueblo chileno, la nacionalización de la gran minería, del sistema financiero, del comercio exterior, y de las grandes empresas y monopolios de distribución, así como una reforma agraria para la expropiación de todos los latifundios, que quedarían en manos de quienes los trabajaban.
También incluía pasar a manos del Estado la producción y distribución de energía eléctrica, el transporte ferroviario, aéreo y marítimo, la refinación y distribución, la siderúrgica, el cemento.
El primer año de gobierno, cerca de 50 empresas industriales fueron nacionalizadas, como lo establecía el programa, con el sólido argumento del desarrollo de un país en crisis que había sido entregado al capital foráneo.
Pronto se avecinaron el bloqueo económico de los Estados Unidos y los bombardeos internos a la estabilidad nacional y a la economía del país. Por el camino para sacar a Allende pasaron huelguistas tarifados, desabastecimientos provocados, sabotajes deliberados y un paro patronal.
También estaba la mano de la CIA, que tenía preparados dos planes especiales para impedir la asunción de Allende a la silla presidencial "al costo que fuera necesario", apunta el periodista chileno Carlos Basso, autor del libro la CIA en Chile.
El dinero de la CIA había comenzado a fluir en 1953 y los montos aumentaron a partir de 1962, cuando el gobierno de John F. Kennedy comenzó a ayudar a la Democracia Cristiana para evitar un triunfo de Allende en 1964, dice Basso.
Así, en 1970, el primer plan para frenar la asunción de la Unidad Popular iba por ese rumbo: El Track I, buscaba sobornar al Parlamento para que no ratificara a Allende. "Sabemos que el foco principal fue subvencionar a los principales partidos políticos de oposición, especialmente a la Democracia Cristiana y, en menor medida, al Partido Nacional", destaca en función de los documentos desclasificados.
El segundo plan, el Track II, proyectaba directamente la vía militar, y Basso apunta que se ejecutó, antes de la ratificación de Allende en el Congreso, con el asesinato al general René Scheider, comandante en jefe del Ejército chileno, un militar respetuoso de la Constitución.
No obstante, la votación del Congreso reiteró la voluntad de los electores. Apenas 35 votos obtuvo Jorge Alesandri, frente a los 153 del candidato de la Unidad Popular.
Con más razones, la inteligencia estadounidense que se había instalado 25 años atrás, se mantuvo presente en Chile. Aunque Basso no revela detalles de lo que hizo la CIA durante el Golpe de Estado, apunta que el mismo año del golpe, la estación de la CIA en Santiago insistió en su intento de inducir a los militares "todo lo que sea posible para que tomen el control y desplacen al gobierno de Allende", aunque luego desde Washington, aparentemente, manden a refrenar esa tentativa.
"La CIA conocía hasta el más mínimo detalle el planeamiento del golpe de Estado", dijo en una reciente entrevista en el diario La Voz de Rusia.
Sobre la huelga de camioneros y la paralización del país financiada desde el exterior, habló de manera más ilustrativa el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Marquez . "La CIA inundó de dólares el país para apoyar el Paro Patronal, y esa divisa bajó en la bolsa negra, escribió Pablo Neruda a un amigo en Europa. Una semana antes del golpe se había acabado el aceite, la leche y el pan", dijo en su crónica "Chile, el golpe y los gringos".
El bombardeo de la prensa
Tres meses antes del bombardeo a la Moneda, los atentados contra el gobierno se habían recrudecido. Allende, en ese junio de 1973, ofreció un discurso ante el pueblo donde prometió combatir "implacablemente" el fascismo, sin desestimar la complicidad de la prensa en los ataques. "Mistifican y mienten", dijo.
Entre aplausos, el presidente chileno detalló día a día los ataques y sabotajes, se refirió sobre las barricadas y avanzadas en Santiago de Chile, en las que se detuvieron a 12 personas y hubo una docena de lesionados.
"Se dijo que se había usado la fuerza pública con una violencia tal, que había más de 200 heridos graves. No hubo un solo muerto. Y sin embargo, las radios reaccionarias y contrarias al Gobierno propalaron insistentemente estas noticias para crear inquietud en la población", denunció Allende.
"Un tractor con dinamita. Dos vagones de ferrocarril fueron incendiados. Bomba en la torre de la Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima (Endesa). Abalean sede del Partido Comunista. Desatan asonadas y apedrean negocios. Bloquean tránsito", eran los titulares que podían leerse.
La lista de ataques era extensa, pero además, el bombardeo contra la estabilidad política y económica estaba acompañado con las bombas del poder mediático. No solo se habían invertido dólares para comprar políticos y crear un caos social y económico en el país.
Poco después de la victoria de Allende, el periodista y dueño de la cadena de diarios de la empresa El Mercurio, Agustín Edwards Eastman, viajó a Washington para solicitar apoyo económico de la Casa Blanca, y el propio presidente estadounidense Richard Nixon aprobó la petición y a lo largo de un año le fueron desenfundados cerca de dos millones de dólares.
Pero hoy, cuarenta años después del golpe de Estado, El Mercurio está en el ojo de la justicia. El magistrado Mario Carranza ordenó a la Policía de Investigaciones de Chile, ubicar y entrevistar al dueño del diario "en calidad de testigo", según reseña la prensa chilena, como parte de un proceso judicial abierto en enero de este año luego de que agrupaciones de familiares de detenidos, desaparecidos y ejecutados presentaran una querella contra los "instigadores del golpe".
El vacío que dejó el Golpe
En el Estadio Nacional de Chile la dictadura de Augusto Pinochet, recién implantada, instauró su campo de concentración y armó un grupo del Ejército Chileno llamado "La Caravana de la Muerte", que dirigió persecuciones, torturas, ejecuciones y desapariciones de miles de chilenos.
Pocos meses después del Golpe de Estado, cerca de 30 mil personas fueron víctimas de prisión tortura, mientras que otras 2.200 fueron asesinadas, y aún los familiares de miles de chilenos desaparecidos por la dictadura están buscando a sus seres queridos.
Pero la masacre fue también a la memoria y a la cultura del país. El bibliotecólogo y ensayista venezolano, Fernando Báez, relata cómo el régimen pinochetista destruyó millones de libros, atacó editoriales, prohibió cerca de una treintena de revistas, e incluso cuenta cómo un soldado rompió el Acta de la Independencia, firmada en 1818 por Bernardo O'Higgins.
"Acaso pocos entendieron entonces, y aún ahora, que el asalto y destrucción parcial al Palacio de la Moneda, un patrimonio cultural chileno construido en la época colonial, era un mensaje de la nueva gestión", refiere.
Entre los datos que asoma, destacan la incineración de casi 15 ejemplares de La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile, de García Márquez, así como el secuestro de archivos para confiscar documentos que censurados por la dictadura.
Pero esto no era nuevo, poco antes del bombardeo al Palacio de la Moneda, Allende, había revelado en su último mensaje a través de la radio. "En nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puente, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará".
Antonio Barrios AVN 10/09/2013 16:57

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